Jueves Santo 2022

El Sacerdocio Católico, las Vocaciones Sacerdotales.

(Jueves 14 de abril de 2022) P. Altamira.

« Todo en María y por María »

Queridos hijos:

Un Jueves Santo más, en este convulsionado Siglo XXI que nos ha tocado vivir: lleno de dificultades y complicaciones, por un lado; pero entusiasmante y con un enorme llamado a la heroicidad, por el otro.
-En épocas tan graves y convulsionadas, que se muestran “in consummatione saeculi: en la consumación del Siglo”, que se muestran finales, como tiempos finales, tal vez los finales de la Historia y el cumplimiento de las profecías, en épocas así estamos con mayor razón llamados a ser héroes, a ser héroes de Dios Nuestro Señor Jesucristo y de su Santa Religión Católica, llamados a la santidad, llamados tal vez al martirio.

¡Es un honor! ¡Es un honor, en esta época, y en este trance y estado de la Historia y de la humanidad, el ser invitados a combatir, el ser invitados a formar parte del Ejército de Dios Nuestro Señor Jesucristo, de su Catolicismo! ¡Invitados a ser el miles Christi: el militar de Cristo, el soldado de Cristo! Invitadospor pura gracia de Dios– para ser contados en el número de sus hijos fieles; invitadospor pura gracia de Dios– para poder mantenerse como católicos en un mundo así; y LUCHAR “Para Que Él Reine”, “Para Que Cristo Reine”. Y Él reinará; reinará con su manifestación y su Parusía, “per adventum ipsius, et regnum ejus” (II Timoteo 4,1).

El Jueves Santo es el día en que Dios Nuestro Señor Jesucristo instituyó el Santo Sacrificio de la Misa, el Obispado Católico, y el Sacerdocio Católico, estos últimos, ambos, sin duda en íntima relación con el Sacrificio de la Misa, porque el sacerdote es para el Sacrificio de la Misa: sacerdos propter Missam, que es su oficio más esencial; el sacerdote es para OFRECER la Santa Misa: Sacrificio de la Cruz renovado incruentamente, sacrificio propiciatorio y expiatorio. Queríamos hablar, por ello, de las vocaciones, de las vocaciones sacerdotales, de los candidatos a conformar el Ejército de Dios Nuestro Señor Jesucristo; hombres de verdad, dispuestos –si Dios los elige– a estar en la primera línea de batalla, a estar “donde se reciben todas las balas”, y para conformar los mandos, los mandos del pueblo fiel, el cual desea mantenerse católico, y el cual necesita ser mandado, el cual necesita ser guiado.

(Cuerpo)

[1] El primer punto obligado:
La vocación es algo de Dios, es una elección de Dios, el ser humano no se puede auto-inventar la vocación. La pura palabra lo indica: vocación significa “llamado”, y es un llamado de Dios (y es un honor) para conformar sus tropas, para ser sacerdote. Al ser humano sólo le toca tratar de saber si tal vez Dios lo ha elegido, si tal vez Dios lo ha escogido. Pero el acto es de Él; la elección o llamado es de Dios, es un acto de Dios. Pero también el punto es: “¿Cómo saber?”. Y si uno lo sabe o lo vislumbra: tener la GENEROSIDAD de entregarse, “porque la lucha es mucha”, realmente mucha, y “éste es un Ejército sin hombres”.

[2] Un segundo punto: Las épocas que nos tocan vivir.
¿Vale la pena ser sacerdote en estas épocas? ¡Más que nunca vale la pena serlo! ¡Nunca han sido épocas así, tan heroicas!, nunca han sido tan entusiasmantes PARA PODER LUCHAR : ¡CIELO e INFIERNO!, TODOS TIENEN PUESTOS LOS OJOS EN NOSOTROS Y EN LO QUE HAREMOS, TODOS PARA VER QUÉ HAREMOS.
¿Son éstas, épocas finales?
-Colombia está mal; Argentina está peor. EL MUNDO ESTÁ MAL: Que Dios no importa, el mundo es laico y laicista. Que la guerra en Ucrania; que Rusia y que China: la izquierda y el Oriente; que EEUU y que Europa: la falsa derecha y el falso Occidente; que el Covid y no Covid; que el Nuevo Orden Mundial y el monstruo de la Profecía de Daniel; que toda familia está destruida o semi-destruida; que el matrimonio destruido; que la anticoncepción y la planificación contra el ideal católico de la familia bien-bien numerosa; que la educación de los hijos pésima y que -por supuesto- de católica no tiene nada; que el aborto y la homosexualidad; que las elecciones, que el izquierdismo y el comunismo, que la falsa derecha, y que el futuro de la Patria; que las mentiras de la democracia moderna, la cual es anti-católica y anti-Dios.
-Todo eso muestra, EN EL ÁMBITO CIVIL, una realidad grave y compleja: LA SOCIEDAD CIVIL está muy mal; PERO ESO ES NADA, ¡ESO-ES-NADA!
“Eso es nada” porque la corrupción y la desintegración de la sociedad civil o del ámbito civil (“la Bestia del mar”), siempre es de menor momento y de menor escala y jerarquía que la desintegración de la sociedad religiosa o del ámbito religioso (“la Bestia de la tierra”). Y cuando hablamos de sociedad religiosa, nos referimos obviamente a la única verdadera sociedad o ámbito religioso que es la Iglesia Católica, porque es la única religión verdadera, la única religión de Dios, de la Santísima Trinidad, Y PORQUE ES LA ÚNICA QUE MARCA EL PASO DE LA SOCIEDAD CIVIL: Si la sociedad religiosa está bien, todo se puede arreglar, aunque la sociedad civil le haga la guerra y luche contra la Iglesia Católica. Si la sociedad religiosa está mal, ya nada se puede hacer.

-La señal, más clara, de que éstos parecen tiempos finales: Es el estado en que está la Iglesia Católica: pusillus grex (San Lucas 12, 32); aunque nunca la podrán destruir.
-La señal, más clara, que de éstos parecen tiempos finales: Es la falsificación de nuestra Santa Iglesia Católica a través y desde el Concilio Vaticano II, el cual Concilio creó otra religión que NO ES la Iglesia Católica, engañando a millones y millones de almas y católicos de buena fe y de buena voluntad en el mundo entero, almas buenas engañadas con la falsa Religión Moderna, los cuales deseando y queriendo ser católicos tomaron o cogieron algo que no es católico, y algo que los mismos “cerebros o fautores de la falsificación” llaman o pueden llamar: Religión Moderna, Religión Conciliar, Religión del Concilio Vaticano II, Religión de la Humanidad, Religión de la ONU y Religión de la Unesco, Religión del hombre, Religión de Francisco y de Benedicto, Religión del Anticristo y del Falso Profeta.

Insistimos: La señal, más clara, de que éstas parecen épocas finales, apocalípticas, es el estado a que ha quedado reducida la Iglesia Católica, reducida a un pusillus grex (San Lucas 12, 32): a un pequeño rebaño, reducida a pequeños e insignificantes grupos de católicos separados y diseminados en distintos lugares delplaneta, dispersos en distintos puntos del planeta; católicos que desean -con la gracia Dios- poder mantener la única Fe, LA UNA FIDES , la Fe Católica, y de allí poder obrar en coherencia, tener con su gracia las obras de la Fe que es la Caridad.

-Agreguemos a este panorama los sacerdotes modernos y su problema de invalidez, los obispos modernos y su problema de invalidez; cosas todas que parece estaban ya indicadas en las profecías, v.gr. en San Mateo (24,24ss): “Surgent enim pseudochristi, et pseudoprophetæ… Ecce prædixi vobis: Surgirán falsos cristos y falsos profetas… He aquí que Yo os lo he profetizado (He aquí que Yo os lo he dicho de antemano)”. -Dice Dios Nuestro Señor Jesucristo que se levantarán “falsos cristos: pseudochristi: El sacerdote es un “otro Cristo: alter Christus”, y decir que se levantarán falsos Cristos, es tanto como decir que habrá o se levantarán falsos sacerdotes: Alusión tal vez allí a los problemas de invalidez del rito moderno para sacerdotes modernos y para obispos modernos.

Respondamos de nuevo a la pregunta inicial: Si las cosas son así, y lo son: Cómo no va a ser entusiasmante ¡ESTAR LLAMADO A LUCHAR!, a luchar ante semejante realidad, ¡Y A LUCHAR EN LA PRIMERA LÍNEA DE BATALLA! Ante una realidad así, ¡cómo no ver si uno está elegido: la vocación!, elegido para luchar como sacerdote en este Apocalipsis, ¡en la primera línea, “donde están todas las balas”, en lo más duro del combate! ¡Un joven tendría que sentir enorme entusiasmo ante la sola posibilidad de tal vez haber sido elegido para luchar en un mundo así, en las circunstancias de la Humanidad que nos toca vivir!
¡Cómo no va a ser entusiasmante ser para Dios, ser sacerdote, PARA LUCHAR, para ser de los pocos “locos de remate” que TODAVÍA quieren amar y luchar por Cristo, por su Reino, como sus oficiales, como sus militares, como “milites Christi”, como soldados de Cristo! ¡Hay un llamado a ser héroes, y mártires, y santos!
¡Cielo e Infierno; aquí se juega todo! ¿Vale la pena ser sacerdote en estas épocas? ¡CLARO QUE VALE LA PENA!: ¡MÁS QUE NUNCA VALE LA PENA!

[3] Tercer punto: Cómo descubrir si Dios me quiere elegir; cómo descubrir si tengo vocación o llamado de Dios para ser sacerdote, para ser reclutado en su Ejército.
Sin duda que Dios es el que elige, pero en orden a tratar de descubrir LOS INDICIOS de una posible elección de Dios, se pueden analizar algunos aspectos en un joven determinado, los cuales darían para el caso concreto algo de luz para ver si puede o no haber allí una vocación:
Si un joven tiene las cualidades necesarias (idoneidad canónica), y tiene inclinación hacia las cosas de Dios, y quiere entregarse a Dios para luchar por Él y por su Catolicismo, por la gloria de Dios y la salvación de las almas (esto es tener rectitud de intención), siendo así:
SE PUEDE PRESUMIR QUE TAL VEZ TENGA VOCACIÓN, y se le deberá aconsejar que ingrese como seminarista o aspirante al sacerdocio.
-Veamos entonces LAS CUALIDADES que pueden mostrar lo anterior, cualidades o “APTITUD o IDONEIDAD CANÓNICA”:

-[3.1] Las cualidades de dicho joven ante Dios y ante su Catolicismo: Ver si es un joven piadoso; respetuoso de las cosas de Dios y del Catolicismo; si es un joven de oración, si asiste a la Santa Misa con frecuencia, mejor diariamente; si tiene inclinación a rezar, v.gr. el Santo Rosario cada día (el Rosario y la Santa Misa son los dos grandes puntos); si tal vez tiene algún tipo de gusto o inclinación hacia la vida consagrada; si tiene disposición interior de entregarse al arduo-intenso-extenuante-inabarcable trabajo del apostolado: ser misionero, los viajes, etc, para la salvación de las almas; pero –cuidado- SIN DESCUIDAR LA ORACIÓN, QUE ES EL ALMA DE TODO APOSTOLADO.

-[3.1 bis] La verdadera Doctrina Católica, frente a la Crisis y a la falsa Iglesia Moderna del Concilio Vaticano II: Para nuestras épocas, este punto es clave; Y SI NO: “NO SE ENTIENDE NADA Y NO SE PUEDE LUCHAR BIEN”, e incluso tal vez no se puede perseverar en la vocación ni en el sacerdocio, si no se tiene una clara comprensión de “en qué estado estamos los católicos”: La falsa misa moderna, falso sacerdocio moderno, falso obispado moderno, falsos sacramentos modernos (v.gr. la falsa confirmación moderna, la falsa extremaunción moderna), y todos los problemas de invalidez e ilicitud que llevan estas cosas; los falsos Papas modernos, y sus errores y herejías: Francisco, Benedicto, Juan Pablo II, Juan Pablo I, Paulo VI y Juan XXIII. Si no se tienen en claro, y bien en claro, todos estos problemas contra el dogma y la doctrina católica, NO SE PUEDE LUCHAR BIEN, Y TARDE O TEMPRANO SE CLAUDICARÁ, como ha ocurrido con tantas comunidades o congregaciones religiosas, y con tantos sacerdotes.

-[3.2] Las cualidades morales del joven: Sin duda que no hay que ser un santo para tener vocación, pero sí es necesario e imperioso el querer la santidad, el desear la santidad, a través de la santificación personal. En un candidato al sacerdocio debe estar este deseo. Veamos algunas dos virtudes:
(a) En el seminarista, y más aun en el sacerdote, debe brillar la virtud de la Pureza, de la Castidad, del Celibato. Pero obviamente que un seminarista o un sacerdote nada debe tener contra la Familia ni contra el Matrimonio, deben saber y pensar bien de ambas cosas: Su actitud ha de ser la de alguien que renuncia a algo hermoso (formar una familia) por algo que es superior y más hermoso: La unión íntima con Dios a través del sacerdocio y del voto de castidad. En este tema, atención: El seminarista tiene que ser bien normal, y por ello no puede pensar mal de la familia, y por supuesto debe ser un gran luchador y apóstol y promotor a favor de la familia, y de la familia bien-bien numerosa, con 10 ó 12 hijos, contra toda anticoncepción, contra toda planificación, contra todo aborto.
(b) El seminarista debe tener humildad, ser humilde, debe saber obedecer, y debe saber y aceptar el ser mandado por otro (esto es básico).
Las personas soberbias o con orgullo y altanería por regla no deben ser recibidas para el sacerdocio, por los futuros problemas que casi siempre causan o causarán.
Nuestro Patrono, el Papa San Pío X, en su famosísima Encíclica Pascendi (su apartado 41), expresa que los seminaristas que tienen orgullo deben ser apartados del camino al sacerdocio, y que si ya son sacerdotes deben ser puestos a un lado y evitar que tengan cargos importantes. San Pío X se expresa algo más sobre el orgullo de una supuesta ciencia (falsa), pero también en el sentido más amplio y general de todo tipo de orgullo o soberbia; y dice así:
“ 41. Para un conocimiento más profundo del Modernismo… [hemos de] escudriñar las causas… La causa próxima e inmediata es, sin duda, la perversión de la inteligencia.
Se le añaden, como remotas, estas dos: la curiosidad y el orgullo. La curiosidad, si no se modera prudentemente, basta por sí sola para explicar cualesquiera errores…1

Pero mucho mayor fuerza tiene para obcecar el ánimo, e inducirle al error, EL ORGULLO, que, hallándose como en su propia casa en la doctrina del Modernismo, saca de ella toda clase de pábulo… Por orgullo conciben de sí tan atrevida confianza… Por orgullo se glorían vanísimamente, como si fueran los únicos poseedores de la ciencia, y dicen, altaneros e infatuados, «no somos como los demás hombres»… Por orgullo desechan toda sujeción [o autoridad y obediencia]…
Por orgullo[se comportan]… sin tener reverencia alguna hacia los superiores… En verdad, no hay camino más corto y expedito para el Modernismo que el orgullo. ¡Si algún católico, sea laico o sacerdote, olvidado del precepto de la vida cristiana, que nos manda negarnos a nosotros mismos si queremos seguir a Cristo, no destierra de su corazón el orgullo, ciertamente se hallará dispuesto como el que más a abrazar los errores del Modernismo!
Por lo cual, venerables hermanos [obispos del mundo entero], conviene tengáis como primera obligación vuestra resistir a hombres tan orgullosos, ocupándolos en los oficios más oscuros e insignificantes, para que sean tanto más humillados cuanto más alto pretendan elevarse, y para que, colocados en lugar inferior, tengan menos facultad para dañar.
Además, ya vosotros mismos personalmente, ya por medio de los rectores de los Seminarios, examinad diligentemente a los alumnos del sagrado clero [examinad diligentemente a los seminaristas], Y SI HALLÁIS ALGUNO DE ESPÍRITU SOBERBIO, ALEJADLO CON LA MAYOR ENERGÍA DEL SACERDOCIO: ¡Ojalá se hubiese hecho esto siempre con la vigilancia y constancia que era menester!”. Fuertes palabras del Papa San Pío X: Sean totalmente alejados del Seminario los orgullosos.

-[3.2 bis] Por lo que expresamos, aunque un seminarista no sea un santo, debe poseer ya algún grado de rectitud moral. El seminarista debe estar apartado del pecado mortal; y si en su pasado sí hubo este tipo de pecados, pues bien, él debe haberse corregido, he allí la regla. Imaginen un seminarista, o peor un futuro sacerdote, que cometa pecados mortales, que cometa pecados con mujeres o impureza solo (gravísimos ambos), ni hablemos de la homosexualidad o cosas peores, ni hablemos de drogas o alcoholismo; y si ha cometido aborto, no puede ser seminarista.

-[3.3] Las cualidades de salud en general; y las cualidades psíquicas y psicológicas del seminarista, e incluso del temperamento o carácter: El seminarista debe gozar de buena salud (hay que trabajar mucho, hay mucho apostolado, y para ello hace falta buena salud). Además, como dijimos, el seminarista debe ser bien normal, bien equilibrado (no se puede aceptar gente que tenga desequilibrios). El seminarista debe tener una buena salud psíquica y psicológica; debe ser una persona estable, establilidad, y no con cambios bruscos, inestabilidad (cambiante, fluctuante). Debe tener mucha madurez: ser bien maduro. Ser serio: seriedad. Ser responsable: tener en todo mucha responsabilidad; tener bien asumido el correcto cumplimiento del deber, de sus obligaciones y trabajos: nada de dejadez, de irresponsabilidad, de pereza.

-[3.4] Las cualidades intelectuales del seminarista: Él debe ser capaz de estudiar. El sacerdote debe estudiar mucho, y toda la vida: Nunca terminará de estudiar. La virtud de la estudiosidad deberá siempre acompañarlo; él seguirá estudiando después de su ordenación y durante toda su vida: Siempre surgirán temas complejos que deberán ser estudiados, o profundizar en distintos objetos de estudio, o repasar los que ya se han estudiado. Y ASÍ SERÁ TODA SU VIDA .
En este punto, entra el desastre de la educación actual. Esta situación quita –a muchísimos jóvenes- el hábitus o capacidad de estudio, imposibilitándolos para las tareas intelectuales, lo cual hace inhábil a un determinado joven, lo incapacita, le quita idoneidad canónica, y –por decirlo así– “destruye una vocación” por falta de aptitud para el estudio. En el mundo moderno se destruyó la educación en todos los niveles (primaria, secundaria, universidad); se destruyó y desapareció de los colegios el estudio del latín; se destruyó el saber bien el propio idioma. Atención sobre esto último: “Después del latín, el castellano o español es la lengua más hermosa” (todos dirán lo mismo con su lengua); no puede ser y no se puede admitir alguien que no sepa leer ni escribir bien; se imaginan un sacerdote que hable mal, que no sepa leer, que no sepa redactar y que escriba mal (y hasta con errores de ortografía); en realidad, esto vale también para las profesiones: cómo va a haber un abogado así, un médico así, un ingeniero así, o peor: una profesora o profesor así cuando éstos son los encargados de enseñar a leer y a escribir a los demás. Qué situación a la que hemos llegado: El estado en que está el nivel de educación. De cualquier manera, también es cierto que estos problemas con nuestro español son subsanables, salvo casos muy graves.

1 “Con razón escribió Gregorio XVI, predecesor nuestro (21): «Es muy deplorable hasta qué punto vayan a parar los delirios de la razón humana cuando uno… [piensa o dice] que se debe buscar la verdad fuera de la Iglesia católica, en la cual se halla sin el más mínimo sedimento de error»”.

(Conclusión)

Conclusión: Volvemos a la pregunta inicial: ¿Vale la pena ser sacerdote en estas épocas?
¡Más que nunca vale la pena! ¡Cómo no va a valer la pena el deseo de ser héroes, héroes de Dios Nuestro Señor Jesucristo, héroes en estas épocas finales! ¡Cómo no tener un impulso a ser un héroe de Dios –si Él me llama– en este Apocalipsis; ser héroe en este caos y debacle en que vivimos; PARA LUCHAR POR ÉL, para luchar por Dios y su Catolicismo!

La situación en que hemos quedado los católicos después del Concilio Vaticano II y la falsa Religión Moderna que allí crearon: ¡Cómo eso no va a ser un motivo para querer luchar! ¡Querer luchar! Disculpen el ejemplo, pero cuando yo quise ofrecerme como posible soldado, por si Dios me había elegido, mi gran entusiasmo era querer luchar, poder luchar, luchar por Dios Nuestro Señor Jesucristo, luchar afirmando que Él es Dios, luchar afirmando la Santísima Trinidad, luchar afirmando el Catolicismo; mi entusiasmo fue poder luchar contra el Vaticano II, poder luchar contra la falsa Iglesia Moderna, poder luchar contra la misa moderna, los problemas del sacerdocio moderno, del obispado moderno, los temas de invalidez de esas cosas, poder luchar contra el Ecumenismo, contra las reuniones de Asís I-II-III, contra la mezcla de las religiones en la Religión Mundial en vez de su conversión hacia el Catolicismo! ¡Cómo no va a entusiasmar todo esto! ¡Cómo todo ello no va a ser un impulso a querer luchar! ¡A decir: “ME OFREZCO: SI DIOS ME ACEPTA, ME OFREZCO”!, ¡PARA SER UNO MÁS: PARA LUCHAR!, ¡para poner mi grano de arena!

¡ÉSTE ES UN EJÉRCITO SIN HOMBRES; ÉSTE-ES-UN-EJÉRCITO-SIN-HOMBRES! Es un Ejército que no tiene combatientes, que está vacío, y nadie quiere luchar por Cristo, nadie quiere luchar por Dios Nuestro Señor Jesucristo. ¡Cómo no va ser entusiasmante, en estos finales de la Historia; cómo no va a valer la pena ser sacerdote hoy!

Y si no, al contrario: ¿Por qué cosas, por qué tipo de cosas yo cambio todo lo anterior, yo cambio la batalla?: ¿Por estar tirado en una cama sin hacer nada, o peor con vicios; por estar como un bobo todo el día en el internet, o peor: con cosas impuras, o en el whatsapp todo el día, o en las redes? ¿No batallo por “la play-station”, por estar todos los días en los jueguitos electrónicos o del internet (“pero es en línea”: ah, bueno, entonces grandioso: el mundo se cae a pedazos y yo en los jueguitos)? ¿O no batallo por gastar mi vida para el mundo y lo mundano, para el éxito mundano (yo prefiero gastar mi vida para Dios)? ¿Por qué cosas cambio yo el combate? Mal, muy mal.

En fin; terminamos allí. Los esperamos; esperamos los soldados, esperamos los combatientes.

AVE MARÍA PURÍSIMA.