Categoría: Navidad

Domingo Infraoctava de Navidad 2017

Liturgia Católica en Navidad.

(Domingo 31 de diciembre de 2017) P. Altamira.

(Introducción)

Queridos fieles:

Habíamos dicho que queríamos hacer comentarios sobre la Liturgia Católica para este Ciclo de Navidad que acaba de comenzar. Habíamos comentado de esa riqueza que tiene nuestra Liturgia, de las tres Misas que la Santa Iglesia Católica ha puesto para el día de la Navidad, y habíamos escogido unos fragmentos para comentarlos. La Misa de hoy y la de mañana, 1º de enero, son también de Navidad, por eso queríamos continuar con el tema.
Nos había quedado en el tintero parte de la Segunda Misa de Navidad; no habíamos hecho ningún comentario sobre la Tercera Misa o Misa del Santo Día. Hoy estamos en el llamado Domingo Infraoctava, Domingo dentro de la Octava de Navidad. Veamos.

(Cuerpo: Algunos comentarios de textos litúrgicos)

Para comenzar retomemos algo que ya dijimos de la Segunda Misa de Navidad, la Misa de la Aurora, y agreguemos más.

(1) Habíamos dicho que la oración de la Misa habla de ese doble orden que debemos buscar los católicos en nuestras vidas: Fe y obras.
Da nobis, quaesumus, omnipotens Deus: Danos, te pedimos, Dios omnipotente, –ut qui NOVA INCARNATI VERBI TUI LUCE perfúndimur: que, los que somos INUNDADOS (perfúndimur: penetrados, llenados) CON LA NUEVA LUZ DE TU VERBO ENCARNADO (La Nueva Luz son las enseñanzas de Dios Nuestro Señor Jesucristo, la vida nueva a la que somos invitados, vida según Dios: y LA NUEVA LUZ es Cristo mismo). –hoc in nostro resplendeat opere: Esto (la nueva luz o enseñanzas y nueva vida de Dios Nuestro Señor Jesucristo) resplandezca en nuestro obrar, resplandezca en nuestras obras, –quod per Fidem fulget in mente: lo cual, por la Fe (por la Doctrina Católica), resplandece en nuestra mente, en nuestro espíritu (la Fe es de la inteligencia). Fe primero en nuestras inteligencias, en nuestras mentes: conocer a Cristo, saber de Cristo. Y que ese nuevo conocimiento, esa “NUEVA LUZ”, resplandezca en nuestras obras. Primero es el orden de la inteligencia, saber, y aquí es principal saber nuestra Fe, conocer nuestra Fe, nuestro Catolicismo. Y después es el orden de la acción: obrar en concordancia y en coherencia con nuestra Fe Católica. La FE, y las obras, las obras de la Fe. Lutero, el festejado por Francisco en sus 500 años del Protestantismo, decía: La fe sin las obras. Nosotros los católicos decimos: La FE “con” las obras (la Epístola de Santiago dice: la Fe sin las obras, está muerta en sí misma).

(2) El segundo texto que queríamos compartirles sobre esta Misa de la Aurora de Navidad, se relaciona con esto que acabamos de decir: Fe y obras; debemos obrar, hacer obras en coherencia con la Fe. Pero aun así, en ese obrar, nosotros no nos podemos salvar, nada podemos hacer, si no es por la pura misericordia de Él, de Dios Nuestro Señor Jesucristo. Somos una casi nada, y si depende de nosotros, de lo que somos y tenemos y hacemos: seguro nos condenamos. Entonces al momento de tener la Fe y hacer las obras para poder salvarnos, todo es misericordia de Él, de Dios, sin Él no podemos nada, ni un pensamiento. De allí lo que expresa la Epístola de esta Misa (Tito 3,4-7):
Carissime: Apparuit benignitas et humánitas Salvatoris nostri Dei: Carísimo : Ha aparecido la benignidad y la humanidad de Dios Salvador Nuestro… Non ex opéribus iustitiae quae fecimus nos: No de las obras de santidad (de justicia) que nosotros hemos hecho (¿qué es lo que podemos hacer?: nada), sed secundum suam misericordiam salvos nos fecit: sino según su misericordia Él nos ha salvado.1

Veamos ahora la Tercera Misa de Navidad, Misa del Santo Día de Navidad. La primera Misa es de la noche: Misa de Gallo, la segunda es del amanecer: Misa de la Aurora, esta tercera -ya es en pleno día-: Misa del Día.

(1) El introito es hermosísimo, su canto es también una obra de arte, un elogio para Cristo en su nacimiento y para lo que Cristo es: Él es Dios, y siendo Dios nació entre nosotros. El introito está tomado de una profecía de Isaías (9,6), aunque no es literal, y dice así:
Puer natus est nobis: Un niño nos ha nacido, et filius datus est nobis: y “El Hijo” nos ha sido dado (el Hijo de Dios), cuius imperium super humerum eius: cuyo poder, cuyo imperio, está sobre sus hombros. –et vocábitur nomen eius: y su nombre será llamado: Magni Consilii Angelus: Ángel del Gran Consejo. Este “Gran Consejo” dice un comentarista es el grandioso designio de Dios de hacer la Redención, designio que Cristo viene a anunciar y a realizar. En cuanto a anunciar ese Gran Consejo o Designio de Dios, por ese “anunciar”, a Cristo se le llama aquí “ángel” que significa mensajero, mensajero “es el que anuncia”, mensajero de Dios Padre para ese Gran Consejo o Designio2.
Y el versículo siguiente de la mencionada profecía de Isaías dice (vers. 7): MULTIPLICABITUR EJUS IMPERIUM: SE MULTIPLICARÁ SU IMPERIO, ET PACIS NON ERIT FINIS: Y LA PAZ NO TENDRÁ FIN; super solium David, et super regnum ejus sedebit: se sentará sobre el trono de David y sobre su reino, ut confirmet illud et corroboret in judicio et justitia: para confirmarlo y fortalecerlo en el gobierno y en la justicia, amodo et usque in sempiternum: ahora y hasta la eternidad, zelus Domini exercituum faciet hoc: el celo del Señor de los ejércitos hará esto. Esto es una profecía que todavía no se ha cumplido, está pendiente.
(2) El Evangelio de esta Misa es el famoso “Inicio de San Juan” que todos los días rezamos al final de todas las Misas, pero que aquí está como Evangelio del día. No lo traduciremos todo, sino sólo el comienzo, en donde se manifiesta que Cristo, el Verbo, es Dios:
“In principio erat Verbum, et Verbum erat apud Deum, et Deus erat Verbum: En el principio era el Verbo, y el Verbo era en Dios, y el Verbo era Dios”.
(3) La oración final de este Misa del Día dice:
Praesta, quaesumus, omnípotens Deus, ut natus hodie Salvátor mundi, sicut divinae nobis generationis est auctor, ita et immortalitatis sit ipse largitor: Danos, te pedimos, Dios omnipotente, que el Salvador del mundo hoy nacido, así como es para nosotros el autor de la generación divina (el autor de la gracia santificante en nuestras almas), así también sea Él mismo el dador de (nuestra) inmortalidad, el dador de nuestra Salvación [que por Él lleguemos al Cielo; como tantas veces: es un pedido más de que nos salvemos.

1 (3) Otro texto; sería un tercer ejemplo de la Liturgia de esta Misa de la Aurora de Navidad. Los conceptos, la sabiduría, la inteligencia que expresa la segunda oración de esta Misa son hermosísimos: Múnera nostra, quaesumus, Domine, nativitatis hodiernae mysteriis apta proveniant: Te rogamos Señor que nuestros dones se vuelvan adecuados a los misterios de la Navidad de hoy, et pacem nobis semper infundant: y siempre nos infundan la paz (ya habíamos dicho que uno de los primeros frutos de estar bien con Dios es la paz, la paz y la alegría espiritual): ut, sicut homo genitus idem refulsit et Deus: para que, así como el nacido como hombre también refulgió como Dios, sic nobis haec terrena substantia cónferat quod divinum est: así también esta terrena sustancia (ésta, nuestra naturaleza terrena, ésta nuestra naturaleza humana) nos dé lo que es divino (nos dé la salvación, las cosas divinas: que por el buen uso de nuestra naturaleza humana alcancemos la Salvación). Es hermosa esta oración. Ella está diciendo: Así como Cristo si bien hecho hombre (si bien habiendo tomado la naturaleza humana) refulge como Dios (no deja de ser Dios), así que “nuestra terrena substancia” -muy poética la expresión- o nuestra naturaleza humana, que Cristo tomó, nos dé también a nosotros “lo que es divino: quod divinum est”, que por el buen uso de nuestra naturaleza, de nuestras buenas acciones, ellas nos den lo que no tenemos: Las cosas de Dios, la gracia de Dios, ser hijos de Dios, salvarnos (aunque todo es gracia, por supuesto). Más simplemente: Ya que Dios Nuestro Señor Jesucristo tomó nuestra naturaleza humana, que a su vez dicha naturaleza nos sirva para llegar a las cosas divinas, para llegar a Dios.
2 La profecía de Isaías (9,6) no tiene, sin embargo, varios de los términos o palabras de este introito; con alguna frecuencia la Liturgia modifica algo los textos bíblicos al ser usados por ella. Por ejemplo, esta última expresión, “Ángel del Gran Consejo”, no está en Isaías, quien sólo dice allí “Consiliarius”, consejero.

Por fin hemos llegado al Domingo de hoy, y nos han de quedar cosas en el tintero. Éste es el Domingo llamado de la Infraoctava de Navidad o dentro de la Octava de Navidad, y todo gira por supuesto en torno al nacimiento del Niño Dios.

(1) Para comenzar el introito de esta Misa expresa conceptos de una enorme, hermosa, poética, profundidad, y da ese halo de misterio que envolvió todo el nacimiento de Dios sobre la tierra, misterio y desconocimiento, desconocido del mundo, el cual dormía profundo sueño… hasta el día de hoy, y hasta que se despierte ante los juicios de Dios. Profundo y poético, el introito dice así:
Dum médium silentium tenérent omnia: Mientras un profundo silencio tenía (envolvía) todas las cosas, et nox in suo cursu médium íter habéret: y la noche en su curso había hecho la mitad de su camino, OMNIPOTENS SERMO TUUS: TU VERBO OMNIPOTENTE, Dómine, de caelis a regálibus sédibus venit: desde los cielos desde los tronos reales vino, oh Señor.
[Nota: la expresión “médium silentium” es difícil de traducir, vimos la traducción “profundo silencio” y nos gustó; otras traducciones –tal vez más literales- dirían: un importante silencio, un central silencio, un silencio principal, por la palabra “médium”, y sería: “mientras un importante (central ) silencio envolvía (“tenía”) todas las cosas… tu Verbo omnipotente vino desde los cielos, vino desde los tronos reales”]

(2) En segundo lugar, demos algunas palabras del Evangelio de esta Misa que es la Presentación del Niño Dios en el templo y el encuentro con dos santos allí: El anciano Simeón y la anciana Ana.
Para contextualizar, escribamos algunos versículos que no figuran en la Misa. El Evangelio de esta Misa es de San Lucas (capítulo 2), y comienza en el versículo 33. Mas relata San Lucas la Presentación del Niño desde el versículo 22; y parte de ello dice así:
“Y cuando se cumplieron los días de la Purificación de ellos, según la Ley de Moisés, lo llevaron [al Niño] a Jerusalén, a fin de presentarlo al Señor… Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él. [Versículo 26:] Et responsum acceperat a Spiritu Sancto, non visurum se mortem, nisi prius videret Christum Domini: Y había recibido un oráculo (una profecía) del Espíritu Santo, de que él no vería la muerte, sin antes haber visto al Ungido del Señor [sin antes haber visto al Mesías]. Et venit in Spiritu in templum: Y movido por el Espíritu (Santo) vino al templo. Y cuando ingresaron [introdujeron en el templo] al Niño Jesús sus padres (Et cum inducerent puerum Jesum parentes ejus), para cumplir con Él las prescripciones de la Ley, él [Simeón] lo tomó en sus brazos, y alabó a Dios, y dijo: *Aquí viene el famosísimo “Nunc Dimittis”, que dice así –vers 29 a 32-:]
Nunc dimittis servum tuum Domine, secundum verbum tuum in pace: Ahora despides a tu siervo, oh Señor, según tu palabra, en paz (ahora ya me puedo morir tranquilo, dice Simeón), quia viderunt oculi mei salutare tuum: porque mis ojos han visto tu Salvador (el Salvador que envías), quod parasti ante faciem omnium populorum: el cual has preparado ante la faz de todos los pueblos,
LUMEN AD REVELATIONEM GENTIUM: LUZ PARA REVELACIÓN DE LAS “GENTES” (DE LAS NACIONES NO JUDÍAS), ET GLORIAM PLEBIS TUÆ ISRAEL: Y GLORIA DE TU
PUEBLO ISRAEL [aquí también parece estar implícita la conversión de los judíos cuando se entreguen a Cristo y al Catolicismo; y la profecía de un solo rebaño y un solo pastor: “gentes” e “Israel” juntos].

Y recién allí comienza el Evangelio de hoy (San Lucas cap. 2,33ss). Ponemos sólo el fragmento inicial:
“Su padre y su madre estaban asombrados de lo que decía [Simeón] de Él [la Vulgata allí dice: estaban asombrados sobre estas cosas que eran dichas sobre Él: super his quae dicebantur de illo]. Los bendijo entonces Simeón, y dijo a María su madre: Ecce positus est hic in ruínam, et in resurrectionem multorum in Israel, et in signum cui contradicetur: He aquí que Éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel, y como signo de contradicción (como signo al cual se contradirá). Et tuam ipsíus animam pertransibit gladius, ut revelentur ex multis cordibus cogitationes: Y una espada traspasará tu misma alma, para que sean conocidos los pensamientos de muchos corazones…”.

(Conclusión)

Concluimos con un pequeño comentario de estas palabras finales.
Ante Dios Nuestro Señor Jesucristo no se puede ser indiferente: Con Cristo o contra Él. Y de esto también depende nuestra salvación:
“Éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel”, y lo mismo para cada uno de nosotros, las “gentes”, las naciones no judías: Ruina o resurrección. Un comentador decía algo así: Es la gran distinción que se hará entre los hombres; la actitud que se tome frente a Dios Nuestro Señor Jesucristo, revelará el fondo de los corazones, Y FIJARÁ LA SUERTE ETERNA DE CADA UNO DE NOSOTROS.

Lo mismo estaba expresado en el Evangelio de la Misa del Santo Día de Navidad, el comienzo de San Juan; y decía:
(San Juan capítulo 1,1ss) “In principio erat Verbum, et Verbum erat apud Deum, et Deus erat Verbum. Hoc erat in principio apud Deum: En el principio era el Verbo, y el Verbo era en Dios, y el Verbo era Dios. Éste (el Verbo) era en el principio en Dios… In ipso vita erat, et vita erat lux hominum : et lux in tenebris lucet, et tenebræ eam non comprehenderunt: En Él estaba la vida, y esa vida era la luz de los hombres, y esa luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron (esa luz es la luz de Cristo, y “es Cristo”, sus enseñanzas y sus costumbres, sus acciones, para que lo imitemos: por eso dice el texto que esa luz –Cristo- brilla en las tinieblas –para que tratemos de imitar dicha luz-; y las tinieblas somos nosotros, nosotros somos tinieblas: nuestros pecados, nuestra mala vida, nuestra vida alejada de Dios; también el mundo es tinieblas, la vida mundana, frívola, vana; mundo y nosotros no recibieron a Cristo).
Repetimos: “En Él estaba la vida, y esa vida era la luz de los hombres, y esa luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron… et mundus eum non cognovit: y el mundo no lo conoció [ya que después nombra a los judíos; podemos aquí decir: vino a las “gentes”, a las naciones no judías, a nosotros, y no lo conocimos, ni lo recibimos]. [Y ahora sí hablará de los judíos] In propria venit: Vino a los suyos (a los judíos), et sui eum non receperunt: y los suyos no lo recibieron. [Por último la salvedad, tanto para judíos, como para no judíos, para las gentes:] QUOTQUOT AUTEM RECEPERUNT EUM: PERO A TODOS LOS QUE LO RECIBIERON, DEDIT EIS POTESTATEM FILIOS DEI FIERI: LES DIO POTESTAD DE LLEGAR A SER HIJOS DE DIOS, HIS QUI CREDUNT IN NOMINE EJUS: A ÉSTOS QUE CREEN EN SU NOMBRE [es decir: a los que creen, a los que tienen la Fe, la Fe Católica, la Fe en Jesucristo Dios y Señor Nuestro]”.

A LOS QUE LO RECIBIERON, LES DIO POTESTAD DE LLEGAR A SER HIJOS DE DIOS, y, por lo tanto, poder salvarse.
“UN NIÑO NOS HA NACIDO, EL HIJO NOS HA SIDO DADO”.

AVE MARÍA PURÍSIMA.