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22° Domingo después de Pentecostés 2015

Fiesta de Cristo Rey, Caridad hacía los enemigos.

(Domingo 25 de octubre de 2015) P. Altamira.

(Introducción)

Queridos hijos:

Estamos en la Fiesta de Cristo Rey, gran fiesta católica, fiesta contra el Modernismo reinante de hoy y contra la falsa Religión del Vaticano II y la falsa Iglesia.

Muchos años y muchas veces les he predicado sobre todo lo que implica la Fiesta de Cristo Rey. Su aspecto más esencial, y hasta de sentido común, es que Cristo, siendo -como es- Dios, debe reinar e imperar en todos los ámbitos de todo ser humano, no sólo en los ámbitos privados, sino principalmente en los ámbitos públicos de los Estados y así:

Los países debe ser oficialmente súbditos de Dios Nuestro Señor Jesucristo y sometidos a Él (¿todos, hasta los países musulmanes?, ¡todos, hasta los países musulmanes!). Todos los países deberían tener el Catolicismo como única y oficial religión del Estado por ser la única religión verdadera y por ser la única religión de Dios. Todas las leyes, educación e instituciones del Estado se deberían regir por Dios Nuestro Señor y su Religión. Hoy en día ya no se tolera a Cristo, o cuanto mucho sólo se le tolera en el ámbito privado del individuo o como máximo en una familia, pero en el ámbito público de las naciones, ¡jamás! Y así tenemos:

Democracia moderna rousseauniana (anticatólica) -hoy es día de elecciones aquí y en mi país ¡y en mi país para elegir presidente!-; soberanía popular (contra la verdad y la realidad de que el poder viene de Dios, no del pueblo); ley es cualquier cosa que se haya votado en el Congreso; libertad de las falsas religiones; libertad de prensa: puedo escribir y publicar lo que tenga ganas.

Libertad de enseñanza: puedo enseñar lo que tenga yo ganas: Dios no existe; tenemos todos el mismo Dios, todas las religiones dan lo mismo; la Iglesia Católica es lo peor; España fue lo peor aquí en América: esto es falso, falsísimo, un católico bien nacido defiende a muerte la obra de España en América; venimos de la evolución y del mono; Dios es una energía, el Big Bang; el aborto está muy bien; la unión libre está muy bien; el divorcio; la homosexualidad es algo bueno: una opción más; la adopción de niños por homosexuales: todo bien y muy “sano”; educación sexual desde el jardín de infantes: corrupción sexual en realidad; fomentar la anticoncepción o la planificación contra el fin principal del matrimonio que es la procreación y su fruto práctico hermoso que es la familia numerosa, como éramos antes los católicos y como hoy debemos volver a ser; etc., etc.

Aun así, este año decidimos predicarles sobre asuntos que atañen más al ámbito privado de las personas, sobre cosas que tienen que ver con la Caridad (habíamos anunciado esto la semana pasada).

Son cosas que hacen a la relación con el prójimo en general, pero también pensamos (y mucho) en las peleas que se dan dentro de las familias, lo cual nos parece lo más grave y lo más triste en estos temas. Y así tenemos que Cristo “no reina” en muchas familias porque allí no reina el Catolicismo, y en especial -por el tema de hoy- porque allí no reina la Caridad:

Como reza aquella canción, “ubi caritas et amor, ibi Deus est”, “donde hay caridad y amor, allí está Dios”.

(Cuerpo)

Habíamos dicho que queríamos continuar con el desarrollo de tres puntos: Los signos de afecto o amistad hacia los enemigos. Cómo es el tema de procurar la reconciliación con los enemigos. Y el perdón de las injurias.

Y para todos estos temas, recordemos a qué nos referimos con la palabra “enemigo”:

La palabra “enemigo” está tomada aquí en sentido amplio, y así abarca: Todos aquéllos que nos hicieron (agregamos: o nos pueden hacer) algún mal, algún daño, una verdadera injuria, maledicencias; o todos aquéllos que nos caen mal; o -ya en el extremo- aquéllos que nos odian.

Veamos el primero de los “temas especiales”: Los signos de afecto o amistad hacia los enemigos.

El precepto de Cristo de amar a los enemigos obliga a otorgarles ordinariamente (i.e. generalmente) los signos comunes de amistad y afecto, y en algunas circunstancias incluso los signos especiales de amistad y afecto.

(a) Signos comunes de amistad y afecto son los que se ofrecen de ordinario a cualquier persona, por ejemplo entre vecinos, conocidos y personas de buena educación (el saludo, responder a sus preguntas, decir “buen día”, etc); son los signos que se deben a cualquier persona.

(b) Signos especiales de amistad y afecto son los que no suelen ofrecerse a todos, sino únicamente a las personas más cercanas, a los familiares, a los amigos (conversar familiarmente, visitarles, reunirse o invitarlos a la casa de uno, etc).

¿Cómo se aplican estas cosas?

(a) Las señales o signos comunes “ordinariamente” no se le pueden negar al enemigo porque ello equivaldría a manifestarle enemistad, odio, rechazo, desprecio, por ejemplo: no contestando al saludo o negándose a responder cuando él pregunta, darle la espalda, etc.1