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Fiesta de la Inmaculada Concepción 2016.

(Jueves 8 de diciembre) P. Altamira.

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(Introducción)

Queridos hijos:

Hoy es una Misa de precepto de la Santa Iglesia Católica: Festejamos a la Santísima Virgen con motivo de uno de los grandes dogmas o verdades en su honor: La Inmaculada Concepción de María, Nuestra Señora fue concebida sin pecado original.
El dogma fue definido por el gran Papa Pío IX, un 8 de diciembre como hoy, pero en el año 1854. El Papa Pío IX, a través de su Bula “Innefábilis”, proclamó que todos los católicos estamos obligados y debemos creer la verdad o dogma revelado por Dios de que «la beatísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, por singular privilegio y gracia de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano».

(Cuerpo: Algunas enseñanzas y elogios a María Santísima)

Veamos algunas enseñanzas y elogios de la Liturgia a María Santísima.
Quien le obtuvo a María este privilegio (la causa meritoria), fue Nuestro Señor Jesucristo por los merecimientos de su Redención.
María, como todo hombre, fue redimida; aunque de manera más perfecta que todos los demás hombres, pues Ella fue preservada del pecado original, en forma anticipada, antes de contraer dicho pecado (Redemptio praeservativa: Redención que preserva). Todos nosotros somos liberados del pecado original (Redemptio reparativa: Redención que repara).
La finalidad próxima buscada por Dios fue LA MATERNIDAD DIVINA, es decir, el haber sido destinada para ser la Madre de Dios; y así ser un digno habitáculo para Dios Hijo Jesucristo: Dignum Filio tuo habitaculum praeparasti, has preparado un digno habitáculo para tu Hijo (palabras de la oración de la Misa).

Y ya que nombramos la oración de la Misa, expresemos algunos conceptos o elogios que da la Liturgia Católica a Nuestra Señora con motivo de la fiesta de hoy. Expresemos los del Introito:
“Gaudens gaudebo in Dómino, me alegraré alegrándome…”: Una redundancia litúrgica, similar a los hebraísmos de la Sagrada Escritura, que significa -por la fuerza de esa redundancia- que se ha alegrado o se alegrará mucho… y agrega “in Dómino”, será una alegría “en el Señor”.
“quia índuit me vestimentis salutis, porque me revistió con los vestidos de la salvación”: La Santísima Virgen está hablando a través de la Liturgia; y esto lo dice porque Ella también fue redimida, recibió los frutos de la Redención, “fue revestida con los vestidos de la salvación”, cubierta con los frutos de la Redención.
“et indumento iustitiae circúndedit me: y me recubrió con el indumento de la santidad”: Dios recubrió a la Santísima Virgen con la plenitud de gracia santificante, con una santidad inaudita, “gratia plena” le rezamos en el Avemaría, “llena eres de gracia”, ¡llena! Además, en cuanto a la santidad de María, Ella –como hemos dicho- quedó preservada del pecado original, y comenzó a existir ya con la gracia santificante, ¡con plenitud de gracia!, “indumento iustitiae circúmdedit me”.
“quasi sponsam ornatam monílibus suis: como a esposa adornada con sus joyas”.
Y luego, el final del Introito nos dice:
“Exaltabo te, Dómine, quoniam suscepisti me: te alabaré, te exaltaré, Señor, porque me has tomado, porque me has amparado”.
“nec delectasti inimicos meos super me: y no has dado alegría a mis enemigos sobre mí”: Porque ninguno de nuestros enemigos tuvo el más mínimo asomo, ni el más mínimo triunfo sobre María Santísima, no se han podido alegrar sobre Ella, contra Ella, ni el demonio, ni el mundo, ni la carne. Así fue y así es “La Inmaculada”, no teniendo parte alguna con el pecado.

Veamos otra enseñanza.
Muchas veces, porque somos católicos bobos, algunos se hacen eco de tantas mentiras y falacias en contra de Dios y de su Santa Religión Católica. Expliquemos algo sobre el Santo Bautismo y lo relacionemos con la Inmaculada Concepción.
Si Adán mantenía su pacto con Dios1, si Adán cumplía, él habría traspasado a sus descendientes los privilegios de que gozaba: Ser hijo de Dios por la gracia santificante, poseer la gracia desde la concepción, el don de integridad, de inmortalidad, no tener enfermedades, el don de impasibilidad, etc. Mas al no cumplir con Dios y pecar, perdimos todos esos dones –sobre todo la gracia- y nacemos con el pecado original. No nacemos como hijos de Dios, nacemos sin la gracia, y debemos volvernos hijos, a través del Bautismo.
“¡No me diga que usted cree en el pecado original!”. Por supuesto, porque es la Verdad. El pecado original no tiene nada de fábula, no tiene nada de abstracto. Los bautizados vivimos sintiendo sus reliquias o resabios todos los días de nuestra vida.

¿Por qué un ser humano tiene y siente dentro de sí impulsos a mentir, en vez de decir la Verdad siempre? ¿Por qué tenemos y sentimos impulsos a justificar nuestros errores y malas acciones, en vez de admitirlos y corregirlos? ¿Por qué tenemos y sentimos dentro de nosotros impulsos –a veces- a tratar mal a la gente y a la ira, en vez de ser siempre caritativos y afables? ¿Por qué sentimos dentro impulsos a la pereza, en vez de estar prestos para hacer las cosas, para cumplir con todos nuestros deberes? ¿Por qué tenemos y sentimos dentro impulsos a comer de más (y algunos a emborracharse), en vez de comer y beber con moderación? ¿Por qué sentimos soberbia y vanidad, en vez de ser humildes?

¿Por qué los impulsos o sensaciones internas en pos de los pecados de lujuria o pecados de impureza, en vez de la castidad y pureza?

1 ¿Cuánto tiempo pasó desde Adán hasta Cristo? Hay dos cronologías más serías, me animo a decir: “de Tradición Católica”. La que nos parece mejor nos habla de 4.000 años desde Adán hasta Cristo (si mal no recuerdo, muchos Santos Padres así lo han enseñado). Cuidado con creer en la Evolución, hay que creer en Dios, no venimos de la Evolución, venimos de Dios.
“¡No me diga que usted cree en Adán y Eva!, eso es una fábula, una figura, un simbolismo, un cuentito; ellos realmente no existieron”. Pues, a contrapelo, lo anterior sí son falsedades y no lo que enseña el Catolicismo. Adán y Eva sí existieron, y fueron el primerísimo hombre y la primera mujer, y todos descendemos de ellos. Somos “los hijos de Adán”.

Y la respuesta a todos esos interrogantes, y más, es: Tenemos y sentimos todo eso POR EL PECADO ORIGINAL, por haber tenido el pecado original. El pecado original es la fuente o raíz de las malas tendencias, de los pecados (herencia del castigo de Adán). Tenemos malos impulsos dentro de nosotros por el pecado original. Es el llamado “fomes”, o “fomes peccati”. Todos los seres humanos sienten estas malas tendencias.

Los santos, San Pedro, San Pablo, San Lino, San Jerónimo, San Agustín, Santa Cecilia, Santa Lucía, Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, el Papa San Pío X, ¿han tenido esas malas tendencias, han tenido esos malos impulsos en su interior? Por supuesto que sí, y ellos se han hecho santos, no por no tener malos impulsos, sino por no seguir esos malos impulsos, por rechazarlos, y practicar –al revés de aquellos- los actos buenos, la virtud, el dominarse a sí mismos.

Hubo un solo ser humano que ni siquiera sentía malas tendencias en su interior, que no tuvo ni siquiera malos impulsos (y a eso íbamos con todo lo anterior). Este único ser humano fue la Santísima Virgen María, y fue por su plenitud de gracia (“gratia plena, llena eres de gracia”) y por no haber tenido jamás ni la raíz de los malos impulsos que es el pecado original, porque Ella fue concebida sin pecado original; la fiesta de hoy: Fiesta de la Inmaculada Concepción.
Entre las hermosas costumbres de Españas que he hemos heredado de nuestra querida Madre Patria, en mi país (aquí debe ser lo mismo), en esas hermosas casas o construcciones españolas antiguas, se ve en la entrada a veces una mayólica que reza: “Que no se atreva a cruzar este umbral, aquél que no confiese, que María es concebida, sin pecado original”.

Una aplicación práctica sobre el Bautismo: ¡Hay que bautizar muy rápidamente a los niños! De ser posible: Antes de la semana de nacidos. “No, es que hay que pasar primero la Cuarentena con la mamá y el niño antes de sacarlo”. No, señor: La Cuarentena no es más importante que el Bautismo; y, además, se saca al niño tan sólo unas horas para ser bautizado, y se lo vuelve “a guardar” para que continúe su Cuarentena. ¡Hay que hacerlo hijo de Dios lo más rápido posible, hay que darle la gracia santificante! ¡Hay que borrarle lo más rápidamente posible el pecado original, borrarle lo más rápidamente posible la raíz de las malas tendencias! En general (aunque no es algo matemático), el Bautismo rápido, el Bautismo temprano, a los pocos días de nacer, influye en la santificación o santidad posterior del niño. A ver si algún feligrés se toma la molestia de hacer una lista, tomada de la vida de los santos, para tener ejemplos de algunos santos que fueron bautizados el mismo día de nacer.

(Conclusión)

Terminamos en esta Fiesta de la Inmaculada Concepción, retomando cosas de la Liturgia Católica, de la Liturgia de esta Santa Misa.
En las palabras finales de la Epístola de hoy, tomada del Libro de los Proverbios (8, 22-35), dice así:
Nunc ergo, filii, audite me: Ahora, por lo tanto, hijos, OÍDME.
Beati, qui custodiunt vías meas: Bienaventurados los que cuidan (los que siguen) mis caminos [aquí tenemos otra bienaventuranza ofrecida].
Audite disciplinam, et estote sapientes, et nolite abjicere eam: OÍD MI ENSEÑANZA, y sed sabios, y no la desechéis.
¿Quién oye o escucha a la Santísima Virgen; quién es el que sigue sus caminos; quién el que escucha su enseñanza y es sabio?
Escucha a la Virgen, sigue sus caminos, es sabio, el que hace de la misma manera que Ella: aquél para el cual Dios, la Santísima Trinidad, es todo, todo en su vida, lo más importante (no con fingimiento, sino de Verdad, de corazón). Aquél o aquéllos que realmente tratan de no pecar, de mantener siempre la gracia santificante. Aquéllos que desean, suplican e intentan poder llegar a ser humildes, como Ella fue humilde: Regina humilitatis, Reina de la humildad. Aquéllos que desean ser puros y castos en medio de este siglo malo, sin los pecados de la lujuria, ni solo ni acompañado, sin los pecados del internet o del whatsapp, de las películas, etc.
Escuchan a María Santísima, siguen sus caminos, y son sabios, LOS QUE REZAN EL SANTO ROSARIO, los que lo rezan cada día sin excepción, cuyo premio es el Cielo, cuyo premio es poder llegar al Cielo. Veremos en la Fiesta de Guadalupe quiénes lo han rezado.
Y haciendo todo esto, se nos aplican las palabras finales de la Epístola de hoy, palabras que la Santa Iglesia Católica utiliza para festejar a María Santísima, y par decirnos cuál es el premio por seguirla:
Beatus homo, qui audit me, et qui vígilat ad fores meas cotidie…: Bienaventurado el hombre que me oye, y que vela cada día a mis puertas… [otra bienaventuranza ofrecida para los que están atentos a lo dice y pide María Santísima].
Qui me invénerit, inveniet vitam, et hauriet salutem a Dómino: El que me encuentra, encontrará la vida, y obtendrá del Señor la salvación.

Si oímos a María Santísima, si somos sabios, si seguimos su enseñanza: Obtendremos del Señor la salvación”.

AVE MARÍA PURÍSIMA.