Conformidad con la Voluntad de Dios., Prédica 2.
(Domingo 2 de mayo de 2021) P. Altamira.
(Introducción)
Queridos hijos:
El domingo pasado predicamos, a modo de introducción, sobre “La Conformidad con la Voluntad Divina”. Llamamos a esa prédica “Estar contento”, nombre por demás hermoso, porque quien logra estar conforme con la Voluntad de Dios, sin duda estará contento. Fue la “Prédica 1” sobre el tema. Veremos si el Buen Dios nos permite hacer una trilogía. En ese caso, hoy haremos la “Prédica 2”.
Pero el próximo fin de semana no estaré en Bogotá, sino en Ocaña, y la posible tercera prédica tendrá que esperar.
La oración de la Santa Misa de este “Domingo IV después de Pascua” nos invita a pensar en conformarnos con la Voluntad de Dios, con todo lo que Él nos pide, dejando la voluntad propia, dejando “la bobada del mundo”, teniendo nuestro querer según lo que Dios quiere. Dice:
–“Deus qui fidelium mentes uníus éfficis voluntatis: Oh Dios, que das a las almas de los fieles UN SOLO QUERER –éfficis UNÍUS VOLUNTATIS-, da pópulis tuis id amare quod praécipis, id desiderare quod prómitis: da a tus pueblos amar aquello que mandas –amar tus Mandamientos, tu Voluntad-, desear aquello que prometes, ut inter mundanas varietates: para que entre las mundanas variedades –para que entre los cambios del mundo, para que entre lo que ofrece el mundo-, ibi nostra fixa sint corda: allí estén fijos nuestros corazones –NUESTRO QUERER, NUESTRA VOLUNTAD-, ubi vera sunt gaudia: donde están las verdaderas alegrías –DONDE ESTÁ LA VOLUNTAD DE DIOS, LO QUE DIOS QUIERE Y PIDE, EL CONFORMARSE CON SU VOLUNTAD: ALLÍ ESTÁN LAS VERDADERAS ALEGRÍAS-”.
Demos primero unos pequeños datos históricos, después iremos al núcleo de nuestro tema, en tercer lugar retomar algunos puntos de la prédica “Estar contento”, y tal vez concluir con la anécdota pendiente que nombramos el domingo pasado.
(Cuerpo)
[ 1 ] Unos datos históricos.
Para dar estos conceptos, nos estamos basando en un clásico de la espiritualidad católica, la obra del Padre Alonso Rodríguez, de la Compañía de Jesús, un autor del Siglo XVI y principios del XVII, su libro: “Ejercicio de Perfección y Virtudes Cristianas”.
Pero vale la pena, antes de entrar en tema, distinguir algo. Hay tres autores con el mismo nombre, en la Compañía de Jesús, jesuitas, en la misma época y centuria, y casi en el mismo año. Es bueno conocerlos para no confundirlos:
-Primero, el autor que estamos utilizando: El Padre Alonso Rodríguez, nacido en Valladolid, muerto en Sevilla en el año 1616. Dicho sacerdote no está declarado santo, pero es un santo varón, muy recomendado, y tal vez con olor de santidad.
-En segundo lugar, tenemos un santo: San Alonso Rodríguez, nacido en Segovia, muerto en Palma de Mallorca el 31 de octubre de 1617; él no fue sacerdote sino hermano portero, estuvo destinado en el Colegio de Montesión de Palma (capital de la Isla de Mallorca); se destacó en la mística; fue canonizado por el Papa León XIII en 1888.
-En tercer lugar, tenemos: El Padre Alonso Rodríguez, su segundo apellido es Olmedo, nacido en Zamora, muerto en Brasil en el año 1628; fue un misionero jesuita que estuvo destinado en Paraguay, y murió mártir a manos de los indios en el Brasil junto con otros dos religiosos; fue declarado “Beato” por el Papa Pío XI en 1934.1
[ 2 ] Veamos, ahora sí, el núcleo o tema principal de nuestra prédica, basados en el primero de los nombrados. Resumiremos, más aun, unas palabras que ya habíamos dado2:
« No se haga, Señor, como yo quiero, sino como Tú (San Mateo 26,39). Entre las cosas que nos enseñó Dios Nuestro Señor Jesucristo, una de las más principales fue que tuviésemos entera conformidad con la Voluntad de Dios: “Descendí del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la de mi Padre que me envió” (San Juan 6,38).
LA CONFORMIDAD CON LA VOLUNTAD DIVINA; ella ha de tener dos fundamentos:
El primero es saber que todo nuestro aprovechamiento y santificación consiste en la conformidad con la Voluntad de Dios, y cuanto ésta fuera mayor, tanto más nos santificaremos.
-La santidad es la Caridad máxima, Caridad en el sentido primero de amor a Dios, y uno será tanto más santo cuanto más amare a Dios, i.e. cuanto más Caridad posea.
-Pero lo más alto del EJERCICIO de esa Caridad, del ejercicio del amor a Dios, es conformarse en todo con la voluntad de Él, el tener, en todas las cosas, un solo querer con la Majestad de Dios, conforme con la Voluntad de Dios. Cuanto más uno esté unido y conforme con la Voluntad de Dios, tanto más Caridad tendrá, y tanto más santo será.
El segundo fundamento es que ninguna cosa puede suceder en el mundo, si no es por voluntad o permisión de Dios, todas las cosas, trabajos, tribulaciones, males de pena (o castigos), daños que recibimos, pérdidas, sufrimientos, vienen por voluntad o permisión de Dios: “Bona et mala, vita et mors, paupertas et honestas, a Deo sunt: Los bienes y los males, la vida y la muerte, la pobreza y la riqueza, provienen de Dios –son de Dios-” (Ecli 11,14).
-Estas cosas, aunque vengan por medio de causas segundas, sea por medio de seres irracionales, sea por medio de otras personas, todo viene registrado por la mano y Providencia de Dios; “todos vuestros cabellos están contados, ni aun la hoja de un árbol se mueve sin su Voluntad”.
-Y así debemos tomar todas las cosas que nos ocurren, como venidas de su mano, de Dios, que sin duda lo son.
-Y no las penséis como venidas de mano de los hombres, que eso es lo que suele dar mucha pena y congoja; no las penséis como ocurridas porque tal o cual persona las realizó; sino que las habéis de pensar a todas como venidas de la mano de Dios, porque así ocurre en última instancia.
-El hombre no puede tener verdadero descanso ni contento en esta vida (recuerden la prédica “Estar contento”) sin conformarse con la Voluntad de Dios. Los Padres del Desierto hacían gran ejercicio de tomar todas las cosas como venidas de la mano de Dios, por pequeñas o grandes que fueran, y por cualquier vía que llegaran, y esto les daba gran paz y quietud, y vivían una vida del Cielo.
Resumimos: Primero, toda nuestra Caridad (amor a Dios), y toda nuestra santidad, está en conformarnos con la Voluntad Dios. Segundo, todas las cosas que nos suceden vienen de la mano de Dios, y así debemos tomarlas y aceptarlas, y, como añadidura, así tendremos una gran paz».
1 Nació en Zamora, España, el 10 de marzo de 1598. Hizo el noviciado en Villagarcía de Campos, Valladolid y después fue enviado a Paraguay. Salió de Lisboa, Portugal, en una expedición guiada por el padre Juan de Viana. En 1626 fue enviado a las misiones de los guaycurúes, estas misiones estaban frente a Asunción, al otro lado del río Paraguay, y fue el primer misionero en aprender el dialecto, su misión era predicar y abrir reducciones que facilitaran la propagación de la Fe Católica entre los indios, y para mejorar las condiciones de vida dignas a los indígenas. En 1628 pasó a las misiones guaraníes del Paraná y luego a Itaipú. Se le designó para que acompañara a Roque González en la fundación del pueblo de Todos los Santos de Caaró, en la banda oriental del río Uruguay. Pero Ñezú hechicero y cacique de Igní, se oponía al proyecto y dio la orden de matar a los misioneros. El 15 de noviembre de 1628 estando reunidos en la plaza para presenciar la instalación de una campana, los indígenas aparecieron de improviso y en medio de la confusión golpearon al Padre Roque González en la cabeza y le mataron. Al oír el ruido, el Padre Alonso Rodríguez Olmedo salió de la iglesia y fue igualmente muerto a golpes de itaizá (mazo de piedra). Sus cuerpos fueron arrastrados hasta la iglesia y quemados con cuadros e imágenes. El Padre Juan del Castillo correría la misma suerte unos días después, siendo asesinado el 17 de noviembre de 1628. Juan Eusebio Nieremberg, quien fuera compañero de estudios de Alonso Rodríguez Olmedo en Villagarcía, escribió en 1644 su biografía junto con la de Roque González de la Santa Cruz y Juan del Castillo, de quien también fuera compañero de estudios en Madrid.
2 Repetimos: Nuestro autor es el Padre Alonso Rodríguez, nacido en Valladolid el 15 de abril de 1538, y muerto en Sevilla el 21 de febrero de 1616, Jesuita (SI), escritor. Su obra “Ejercicio de Perfección y Virtudes Cristianas”, Tomo II, Barcelona, Imprenta y Librería de Subirana Hnos, año 1896, Capítulo I, páginas 223 y siguientes.
[ 3 ] Ahora retomemos algunos puntos, más resumidos, de la prédica “Estar contento”, en las palabras del pez de dicha fábula:
«Estar contento. LA FELICIDAD EN ESTA TIERRA CONSISTE EN ESTAR CONTENTO.
-¿Cómo se hace para estar contento con tantas penalidades?
–Para estar contento hay que estar contenido. En latín contento [contentus] significa contenido. Hay que contenerse con gran fuerza dentro de los límites en que Dios nos puso. La mitad de mis paisanos [los peces] pasan una vida de angustias por andar buscando el mar, cuando Dios los puso en la laguna. Hay que saber caber en su molde y apretarse adentro de la propia horma, y hacer el gusto a lo poco.
Yo he sufrido mucho; y cuando uno sufre, sólo la verdad ayuda, y las teorías se apagan. Yo no he nacido en este barrizal, sino allá en el río Amores, que es un paraíso. Un día, una inundación me trajo aquí y yo, que era joven y desprevenido, no noté cuando el canal se secaba; y se secó y me cortó y me dejó [atrapado] en la laguna. Pensé al principio morirme de dolor. Lloré, grité, maldije… me golpeé la cabeza contra todas las totoras y los duraznillos. Un día entendí que recalcitrar era al ñudo y resolví explorar en todos los sentidos las posibilidades de la pobreza en que Dios sin remedio me había encerrado. Viajé y trabajé y el trabajo me templó. Vi que no era tan pequeño el charco como mi dolor lo había exagerado, y que para los años de vida que me quedan, al fin y al cabo, iba a durar sin secarse. ¿Ustedes creen que alguna vez no se acongoja mi corazón queriendo locamente volar por los aires hasta mi río natal espléndido? PERO YO LE APRIETO FUERTEMENTE POR MEDIO DE LA RESIGNACIÓN. Y lo hago estar contento y contenido en este charco, con el trabajo, con hacer bien a todos, con los escasos placeres de este barrizal… y con la esperanza de… ¿quién sabe? ¿Por qué no puede venir un día otra inundación que me abra el camino del río inmortal para siempre? Si yo me muero antes, me basta con esta vida a la que me he acostumbrado; pero, ¿quién me quita a mí la esperanza de la otra?» (y la “esperanza de LA OTRA”, con mayúscula, es la esperanza del Cielo, de la Salvación Eterna, aceptando las penalidades, aceptando la Voluntad de Dios”, conformándose con ella).
(Conclusión)
Terminando, digamos de la anécdota pendiente, ocurrida en el Eje Cafetero, Colombia. No se relaciona estrictamente con lo aquí enseñado, pero fue la ocasión para que yo me acordara de la fábula “Estar contento”, del gran Padre Leonardo Castellani. ¿Qué ocurrió?
-Una de nuestras queridas familias estaba por llevarme desde la zona de Armenia hacia Pereira. Habían estado pasando dos o tres días en casa de la abuelita. Baúl del auto abierto, quedé impresionado de la cantidad (¡!) de cosas que tenía ese baúl -hasta pedí que le sacaran una foto-: que juguetes, que bolsos, que ropa, que maletas: impresionante; y por delante, puertas abiertas, también era impresionante la ropa, los bolsos, cosas para comer, cosas del bebé, etc. Ya con eso pensé, mientras nos preparábamos para salir, “qué dura la vida de los casados” (ojo: eso no quita lo que las cosas son; cada uno con su estado de vida, ¡y viva la familia numerosa!, ¡y fuera la anticoncepción y planificación: que dicho sea de paso, manda al Infierno!).
No subíamos todavía al carro, despidiendo los dueños de casa, y de repente veo que el buen esposo empieza a revolver cosas por la parte de adelante del auto, entre los asientos, como acomodando cosas; después toma algo con sus manos, y saca fuera un recipiente; yo me dije, eso parece una pecera, “no, no puede ser”; me fijo bien, y sí, era una pecera, y para llegar a la cima de mi asombro, me acerco y… ¡estaba el pescadito ahí dentro!; ¡NO; YO NO LO PODÍA CREER!, ¡hasta con una pecera hacían el paseo, y el pescadito flotando allí dentro del agua!, piensen todos los vaivenes del carro en marcha, cuando el carro frena, etc, ¡no; qué increíble!; y allí con más razón me dije “qué dura la vida de los casados: todo eso para un paseo” (ojo de nuevo: eso no quita lo hermoso de la familia numerosa, y no significa usar anticoncepción-planificación: ¡nada de anticoncepción!; cada uno con su estado de vida, y los sacrificios y esfuerzos y Cruz de cada tipo de vida; ¡nada de no tener niños!, ¡VIVA LA FAMILIA BIEN NUMEROSA Y LA VIDA SACRIFICADA!).
Cuando yo hacía estos comentarios entre los que allí estábamos, expresaba que no lo podía creer, que “desde ahora quiero todavía más a los casados”, “sáquenme una foto con esa pecera” (y me la sacaron por supuesto), etc.
Y, riéndonos todos, la buena esposa agrega más o menos así: “Sabe, Padre, que yo estaba pensando, y le hice este comentario a mis hijos: Cómo este pescadito, encerrado allí, en una pecera tan chiquita, tiene su lugar, cosas para hacer, estar feliz, explorar”; y allí me acordé en el acto de la fábula “Estar contento”, con otro pescado de por medio… encerrado en una laguna, y se lo comenté a esta dama.
-Ése es el cómo volvió a mi cabeza la referida fábula. Esta “anécdota” tenía que estar dentro de la prédica. ¡FUE IM-PRE-SIO-NAN-TE!.
Sirva entonces esto de conclusión graciosa, para reírnos todos. Pero, fuera de la anécdota, es nuestro deseo inmenso que Dios nos dé la máxima conformidad con su Voluntad, y que de allí nos dé la máxima Caridad.
AVE MARÍA PURÍSIMA.