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6° Domingo de Epifanía Sobrante Pentecostés 2016

Fiesta de Cristo Rey, El Liberalismo Católico o El Catolicismo Liberal, Sermón 3.

(Domingo 13 de noviembre de 2016) P. Altamira

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(Introducción)

Queridos hijos:

La semana pasada les predicamos sobre la lucha católica contra las herejías y contra el error, sobre las formas y maneras que se deben llevar en esta lucha. Dimos ejemplos de varios santos y cómo hacían ellos al luchar. Todo esto siguiendo el libro “El Liberalismo es Pecado”, libro que -ya lo hemos dicho- fue elogiado por Roma en el año 1887 por la buena doctrina que contiene; además de decir que su autor, el Padre Sardá y Salvany, “merece alabanza”.

Hoy queríamos hablarles de otro tema allí desarrollado, y que también por supuesto daña (y mucho) el Reinado de Cristo Rey, daña su derecho a reinar sobre los países (a reinar sobre sus leyes, instituciones y costumbres); daña la doctrina y vida según Dios Nuestro Señor Jesucristo, tanto para los individuos como para los Estados. Nos referimos a “El Liberalismo Católico” o “El Catolicismo Liberal”, cosa que lleva contradicción incluso en las palabras, y una de las últimas y más sutiles trampas del demonio para engañar.

(Cuerpo 1: Del llamado Liberalismo Católico o Catolicismo Liberal)

Comencemos con el capítulo 6 del Padre, cuyo título es “Del llamado Liberalismo Católico o Catolicismo Liberal”:

“De todas las inconsecuencias y antinomias que se encuentran en las gradaciones medias del Liberalismo, la más repugnante de todas y la más odiosa es la que pretende nada menos que la unión del Liberalismo con el Catolicismo, para formar lo que se conoce en la Historia de los modernos desvaríos con el nombre de Liberalismo Católico o Catolicismo Liberal͙ Nació este funesto error de un deseo exagerado de poner conciliación y paz entre doctrinas que forzosamente y por su propia esencia son inconciliables enemigas. El Liberalismo es el dogma de la INDEPENDENCIA absoluta de la razón individual y social; el Catolicismo es el dogma de la SUJECIÓN absoluta de la razón individual y social a la Ley de Dios. ¿Cómo conciliar el sí y el no de tan opuestas doctrinas?”.

Benedicto XVI, considerado por algunos, erradamente, como un Papa verdaderamente “católico” -entre comillas esta palabra-, se alegraba y expresaba (y expresa) “parabienes” por el Concilio Vaticano II, a través del cual -dice él- la Iglesia pudo asimilar “dos siglos de cultura liberal”. Esto es lo que acaba de describir el Padre Sardá y Salvany. Dicho sea de paso, Benedicto es igual que Francisco y que todos los “papas” del Concilio; la única diferencia son los estilos: Francisco es más lanzado y descarado, Benedicto guarda un poco más las formas. Pero dejemos eso, retomemos y repitamos el tema del Liberalismo Católico con nuestro libro. Releemos y seguimos adelante:

“Liberalismo Católico o Catolicismo Liberal... Nació este funesto error de un deseo exagerado de poner conciliación y paz entre doctrinas que forzosamente y por su propia esencia son inconciliables enemigas. El Liberalismo es el dogma de la INDEPENDENCIA absoluta de la razón individual y social; el Catolicismo es el dogma de la SUJECIÓN absoluta de la razón individual y social a la Ley de Dios. ¿Cómo conciliar el sí y el no de tan opuestas doctrinas? A los fundadores del Liberalismo Católico pareció cosa fácil. Discurrieron una razón individual ligada a la Ley del Evangelio, pero coexistiendo con ella una razón pública o social libre de toda traba en este particular. Dijeron: “El Estado como tal no debe tener religión, o debe tenerla solamente hasta cierto punto que no moleste a los demás que no quieran tenerla. Así pues el ciudadano particular debe sujetarse a la Revelación de Jesucristo; pero el hombre público debe portarse͙ [como] si para él no existiera dicha Revelación”. De esta suerte compaginaron la fórmula célebre de: La Iglesia libre en el Estado libre͙ No echaron de ver estos SOFISTAS, que si la razón individual venía obligada a someterse a la Ley de Dios, no podía declararse exenta de ella la razón pública o social͙ obligándole a ser católico1 en el primer concepto, y permitiéndole ser ateo en el segundo”.

(Cuerpo 2: En qué consiste la esencia o razón intrínseca del Catolicismo Liberal)

Sigamos avanzando en las enseñanzas del Padre Sardá y veamos ahora el siguiente capítulo (capitulo 7) donde él nos explica en qué consiste la esencia o razón intrínseca del Catolicismo Liberal.

“Si bien se considera, la íntima esencia del Liberalismo llamado católico͙ consiste probablemente en un falso concepto del acto de Fe. Parece͙ que hacen estribar todo el motivo de su fe, no en la autoridad de Dios infinitamente veraz e infalible, que se ha dignado revelarnos el camino único que nos ha de conducir a la bienaventuranza sobrenatural, sino en la libre apreciación de su juicio individual [de donde el liberal y el católico liberal no creen a Dios, sino que creen a sí mismos, tienen fe en sí mismos; su acto de Fe no se basa en Dios sino en creer en sí mismos, creer a su juicio, a su “gran” sesera]. No quieren reconocer el Magisterio de la Iglesia, como único autorizado por Dios para proponer a los fieles la doctrina revelada y determinar su sentido genuino, sino que, haciéndose ellos jueces de la doctrina, admiten de ella lo que bien les parece͙ De suerte que, sin sentirlo ellos mismos, encuéntranse los tales con que el diablo les ha substituido arteramente el principio sobrenatural de la Fe por el principio naturalista del libre examen. Con lo cual, aunque juzgan tener Fe de las verdades católicas2, no tienen tal Fe de ellas, sino simple humana convicción, lo cual es esencialmente distinto. Síguese de ahí que juzgan su inteligencia libre de creer o no creer͙ [haciendo así, los católicos liberales no tienen Fe, han perdido la Fe, porque el motivo de su “creer” no es Dios, que da las enseñanzas de la Revelación -Dios que da la Verdad-, sino sí mismos; y así no creen en Dios sino en sí mismos; es la religión inventada por ellos y sólo lo que ellos aceptan; de allí que, consciente o inconscientemente, esos tales no están en el Catolicismo, sino en “la religión de Juan, de Pepe o de Miguel: Juanismo, Pepismo o Miguelismo”]. Siendo esencialmente naturalista el concepto primario de la fe [de la falsa fe de los liberales], síguese de eso que ha de ser naturalista todo el desarrollo de ella en el individuo y en la sociedad͙

Hasta a la PIEDAD llega la maléfica acción de este principio naturalista y la convierte en verdadero PIETISMO, es decir, en falsificación de la piedad verdadera. Así lo vemos en tantas personas que no buscan en las prácticas devotas más que la emoción [y el sentimiento], lo cual es puro sensualismo del alma y nada más͙ [Aparece] desconocido el misticismo católico3, que no es la emoción, ni el interior consuelo, ni otra alguna de esas humanas golosinas, sino la unión con Dios por medio de la sujeción a su Voluntad Santísima y por medio del amor sobrenatural”.

1  llí decía “cristiano”, pero para no confundir hoy en día con las sectas protestantes o “cristianas”, pusimos la palabra “católico” para que no haya lugar a confusión.

2 Ídem nota 1.

(Cuerpo 3: Otras consideraciones sobre cómo es el Liberalismo “Católico” y las personas que están allí)

Demos una última profundización sobre el mal llamado “Catolicismo Liberal” (pues eso no es Catolicismo) y veamos lo que el Padre Sardá explica (es su capítulo 8):

“Las herejías que estudiamos hoy͙ se nos presentan a primera vista como puntos clara y definitivamente circunscriptos en su respectivo período histórico, pudiéndose al parecer señalar como con un compás, dónde empiezan y dónde acaban͙ Mas esta apreciación no es más que la ilusión de la distancia. Un más detenido estudio, que nos acerque con el catalejo de una buena crítica a aquellas épocas, y nos ponga en verdadero contacto intelectual con ellas, nos permite observar que nunca, en ninguno de esos períodos históricos, aparecen tan geométricamente definidos los límites que separan al error de la Verdad, no en la realidad de ella [en la realidad de la Verdad], que ésta [la Verdad] muy claramente formulada la da la definición de la Iglesia, sino en su aprehensión y profesión externa, o sea en el modo que ha tenido de negarla [el hereje΁ o profesarla [el católico΁͙

Preceden al error, que es negra sombra, y le siguen y rodean, unas como vagas penumbras [que complican la perfecta determinación de los límites de la herejía΁͙ Así todo error claramente formulado en la sociedad católica4 tuvo en torno de sí otra como atmósfera del mismo error, pero menos denso y más tenue y mitigado. El Arrianismo tuvo su Semi-arrianismo; el Pelagianismo, su Semi-pelagianismo; el Luteranismo feroz, su Jansenismo, que no fue más que un Luteranismo moderado.

Así, en la época presente, el Liberalismo radical tiene en torno de sí su correspondiente Semi-liberalismo, que otra cosa no es la secta católico-liberal͙ [esa secta es] el Liberalismo para el uso de los que no consienten todavía en dejar de parecer o creerse católicos͙ [es΁ además el medio sutil e ingeniosísimo que encontró siempre el diablo para retener como suyos a muchos que de otra manera hubieran aborrecido [a él y a sus planes΁͙ Este medio satánico es permitir que los tales tengan todavía un pie en el terreno de la Verdad, a condición de que el otro lo tengan ya completamente en el campo opuesto”.5

(Conclusión)

¿Cómo concluir?

El Concilio Vaticano II, con sus herejías, entre tantas caracterizaciones que se podrían dar de él, es también el Liberalismo dentro de la Iglesia, y lo es tal vez con las circunstancias de esa mezcla que recién acaba de describir el Padre Sardá. Mas el daño que se hace así, mezclando las cosas, es peor y mayor, pues, frente a ello, se aplica lo que alguna vez un amigo me dijo haciendo referencia a algún dicho del Padre Leonardo Castellani (no lo recuerdo literal):

Quien le prende una vela a Dios, mis respetos y muy bien: Le prende una vela a Dios.

Quien le prende una vela al diablo, demente y delirante de él, que se arregle, pero: Le prende una vela al diablo. Pero quien pretende prenderle una vela a Dios y otra al diablo, en realidad le prende dos… al diablo.

Eso es Vaticano II; y a veces tenemos la impresión de que lo mismo hace cierto obispo de Inglaterra͙ pero ése no es el tema de hoy.

Terminamos con un extracto del Padre Sardá, en donde él hace referencia a las condenas de la Iglesia Católica contra el Liberalismo, y luego -entre otras- una referencia al gran Papa Pío IX (que probablemente es santo, y fue llamado -con razón- “el Azote del Liberalismo”): “[Capítulo 10:] El Liberalismo de todo matiz y carácter, ¿ha sido formalmente condenado por la Iglesia? Sí; el Liberalismo en todos sus grados y aspectos ha sido formalmente condenado. Así que, además de las razones de malicia intrínseca que le hacen malo y criminal, tiene para todo fiel católico la suprema y definitiva declaración de la Iglesia, que como a tal le ha juzgado y anatematizado [i.e. que como a tal le ha condenado; y pocas cosas lo han sido tantas veces: Fue condenado por el Papa Pío VI, por el Papa Gregorio XVI, por el Papa Pío IX, por León XIII, por el Papa San Pío X, por Pío XI, por el Papa Pío XII, etc΁”.

Y ahora, entre muchísimas condenas  contra el Liberalismo, una -como habíamos dicho- del Papa Pío IX, que además de ser muy famosa y muy fuerte, viene muy a propósito, porque está referida a esa sutileza del diablo llamada “Catolicismo Liberal”. Dice el Papa: “El ateísmo en las leyes, la indiferencia en materia de Religión y esas máximas perniciosas llamadas católico-liberales, éstas, sí, éstas son verdaderamente la causa de la ruina de los Estados, éstas lo han sido de la perdición de Francia. Creedme; el daño que os anuncio es más temible que la Revolución, y más aun que la Comuna. SIEMPRE HE CONDENADO EL LIBERALISMO CATÓLICO, Y VOLVERÉ CUARENTA VECES A CONDENARLO SI ES NECESARIO(Papa Pío IX, contestación a una Comisión de católicos franceses, 18 de junio de 1871).

No hace falta agregar otras palabras.

AVE MARÍA PURÍSIMA.

3 Ídem nota 1.

4 Ídem nota 1.

5 Continuaba: “ sí evitan el saludable horror del remordimiento los todavía no encallecidos de conciencia; así, además, [“los espíritus apocados y vacilantes”, sic] se libran de los compromisos que trae siempre toda resolución decisiva͙; así logran los aprovechados figurar, según les conviene, un rato en cada campo͙”.